viernes, 10 de abril de 2015

El trayecto

Esta Semana Santa hemos viajado por primera vez con los dos niños. El Padre de las Criaturas nació 550 kilómetros al sur de donde vivimos ahora, y allá nos fuimos, a ver el mar, disfrutar del buen tiempo y presentar al Peque a un montón de familiares y amigos.

Un viaje en coche con un niño pequeño y un bebé es bastante imprevisible. Antes bajábamos al sur en menos de 5 horas, pero esta vez tardamos siete en llegar a nuestro destino. Chicote preguntó un par de millones de veces si ya habíamos llegado y si eso que se veía por la ventanilla era la playa. Lo peor es que empezó a hacerlo cuando todavía no habíamos salido del garaje de casa....

Luego toca llegar a nuestro destino, pasarnos a saludar a la familia, a la que hace meses que no vemos, y por fin, ocho horas después de salir de casa, llegar a la que será nuestro hogar una semanita. Entonces es el momento de deshacer las maletas, hacer las camas, montar la cuna, colgar la ropa, sacar los juguetes, abrir ventanas y, cuando parece que ya podemos descansar nos percatamos de que queda otra apasionante aventura: hacer la compra.

Como meter de nuevo a los niños en el coche puede convertirse en una tragedia griega, decido mandar a su padre con una detallada lista mientras termino de guardar cosas. Menos mal que nuestros vecinos tienen un niño al que mi Chicote adora y nos pasamos a verlos un rato, a ver si desfogamos todos un poco y descansamos de las vacaciones antes de empezarlas.


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