domingo, 8 de mayo de 2016

La lista

Hoy ha venido a casa una amiga embarazada. Mi primera amiga embarazada. Le queda un mes para dar a luz y se ha pasado a recoger algunas cosas de mis tormentillos para su bebita. Hace un día horrible, lluvioso e invernal y no se han quedado demasiado, pero le ha dado tiempo a preguntarme algunas de esas dudas de incipiente madre primeriza que te van desvelando según se acerca el día del parto.

Intento visualizarme hace cuatro años y una semana, con un bombo inabarcable y la casa invadida de ropita diminuta azulada recién lavada y planchadita. Cómo he cambiado en este tiempo.

Mi amiga me preguntaba por la famosa bolsa del hospital, compresas tocológicas y discos de lactancia. Esas cosas que olvidas por completo según dejas de usar.

Yo prepararé mi primera bolsa con mucha ilusión y bastante margen. La compré en una tienda del barrio, una bolsa de bebé con una jirafa bordada. Mis pequeños la han usado de maleta hasta que ha sido desterrada por otra de Jake y líos piratas de Nunca Jamás. No hay quien pueda contra Disney...

Para mi primer parto la llevaba a reventar, pero para el segundo había sitio de sobra. El grado que da la experiencia.

Lo fundamental es la carpeta con los papeles médicos. Recuerdo que me pidieron a analítica del último trimestre cuando ingresé. Además, la carpeta es útil porque saldrás de allí con el librito de vacunaciones y los papeles del ingreso y el alta, con el informe del parto incluido.

En el hospital donde parí, público, me dieron todo lo necesario para el bebé. En el cajón de la mesilla hay pañales, bodys, empapadores y gasas para cambiarlos. También le ponen un gorrito horrible y le envuelven en una manta. Los  bodys son un poco grandes (y eso que mi primogénito rozó los cuatro kilazos) y la manta parece esa que usan los dueños de perros para que sus animales duerman encima, pero no es necesario que vayas cargada con cosas para el recién nacido. A pesar de eso, lo normal es llevar medio fondo de armario que ya acumula tu neonato. Para mi segundo bebé yo llevé tres bodys (y el muchacho vomitó dos de ellos, así que opté por ponerle los del hospital hasta que nos dieron el alta) y un trajecito con el que le saqué a la calle. Además de una mantita un poco más cariñosa que las del hospital. Bueno, y dos gorritos de recién nacido, que me regalaron una docena y había que estrenarlos.

A las madres nos ponen un camisón que, he de decir, mejoró mucho del primer al segundo parto. La primera vez era ese que sale en las pelis, abierto por detrás, y otro igual puesto a modo de bata para no dejarte con el culo al aire. Con mi Peque ya me dieron uno cerrado, con botones delante que facilita bastante la lactancia, y de lunares rosas. Mucho más mono. Casi me dio pena ponerme el de casa. También llevé una bata finita y zapatillas. En el hospital hay gel, y me entregaron una bolsita de aseo con cepillo de dientes, pasta y colonia fresquita.

Mi añorada matrona nos recomendó llevar cacao, porque cuando te ponen la epidural no te dejan beber nada, y la prohibición se mantiene hasta dos horas después de dar a luz. Ella aseguraba que el cacao al menos nos hidrataba los labios, que se quedan tan secos como la garganta. También nos sugirió llevar colorete, porque íbamos a salir en un montón de fotos y nuestros aspecto, tras el parto, es claramente mejorable.

Cargador de móvil y una muda para el padre no está de más. Yo me puse la misma ropa cuando me dieron el alta que la que llevaba al entrar. Porque eso de que te dejas la tripa en el paritario es un mito. Aún así, fui vestida con chándal, para de no mermar la autoestima con ropa de premamá cuando ya eres mamá de facto. Sujetador de lactancia y compresa tocológicas ( que también te dan en el hospital) también llevaba.

Los discos de  lactancia, que me acompañaron muuuuchos meses en mi primer postparto no son necesarios hasta que no te sube la leche, así que los dejé en casa. Pero la crema para las grietas me vino fenomenal porque en ambas ocasiones la cosa no llegó a mayores pero a punto estuvo. A pesar de todo, creo que más que la Purelan, lo que me curó fue la subida de la leche, que me reblandeció las costras que empezaban a formarse mientras mis lechoncillos succionaban el calostro.

Y las bragas desechables. Qué gran invento. Sangras como una cochinilla los primeros días ( o semanas) y bastante ropa hay que lavar ya como para andar frotando bragas. Así que bienvenidas bragas de celulosa. Un paquete para el hospital.

Una botella de agua y a cerrarla. Y esperar el gran día. He de decir que te da tiempo de sobra para prepararla cuando llega ese día. A mí me hubiese dado tiempo a llegar andando al hospital, volver a casa y llamar un taxi. Pero mejor dejarlo listo, que el día D bastante nerviosa se pone una.


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