jueves, 17 de diciembre de 2015

La cuenta

Todo es, a estas alturas del año, una cuenta atrás. Los días que quedan para 2016, para las vacaciones, los que faltan para que lleguen los Reyes cargaditos de regalos. Y yo sumo alguna más. El lunes empiezo a trabajar. Vale, dos días y luego me despido hasta enero, pero me suponen toda una prueba de fuego. Dos días a quince kilómetros de mi polluelo pequeño, que estará en la guarde sin probar bocado (aventuro) hasta que mami vuelva.

Estoy nerviosa. La adaptación está yendo muy bien, mi chico no ha llorado ninguna mañana cuando nos hemos despedido, juega con otros niños y sólo se pone tristón cuando llego, me echa los bracitos y le salen los pucheros. Está cansado y hambriento pero los dos sabemos que unos minutos después se dormirá al pecho.

Es raro estar en casa sola, pero más raro va a ser volver al instituto y pensar en que mis niños, los míos de verdad, van a estar tan lejos tanto rato.

A esto hay que sumar otros factores. El miércoles ponemos rumbo al sur, otro cambio más para los niños. Y vamos poquitos días, así que espero que los más de mil kilómetros entre ida y vuelta no se nos atraganten. Mi hijo mayor, que ya va teniendo sentido del humor, me dijo ayer que él lo que quiere es irse a un hotel estas vacaciones. Ojito, que, a este ritmo, el año que viene nos dice que él en Nochevieja prefiere irse de cotillón a cenar con nosotros.

A mí me esperan unas vacaciones de ponerme al día, de disfrutar de las últimas mañanas con mis pequeños a tiempo completo, de estudiar un poco y procurar que la montaña de ropa para planchar no supere el metro de altura.

Tengo ganas de que sea febrero. De llevar un mes peleándome con el reloj por las mañanas, dejando a cada niño en un sitio con un suspiro de culpabilidad por despedirme de ellos tan pronto, de haberme acostumbrado a ir a trabajar durmiendo poco y pasar las tardes intentando sacar tiempo para dejar la comida preparada para el día siguiente. Rutina, me estoy preparando.

Es la cuenta atrás.....




Y sí, yo también escucho esta canción y pienso en fiestas de pueblo y visualizo a los que hoy son ya respetables cuarentones con un vaso de litro (mini en mi tierra) en una mano y  moviendo la cabeza arriba y abajo.... 


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