A los cuarenta y cinco minutos volví a buscarlo y lo encontré sentado con otro niño, jugando con un piano. Me acerqué a él y tardó un poco en reaccionar, pero acabó echándome los brazos llorando. Con él bien cogido y cubierto de besos, su Profe me explicó que se había prodigado en sonrisas y había cogido un trocito de pan que estaba royendo, incansable.
Hoy hemos repetido operación. Yo me sé la película, que para algo soy una madre experimentada y he pasado ya por estos lances. Imaginaba que el pequeño, al ver que se repetía la rutina del día anterior, comenzaría a hacer pucheros inconsolables cuando me fuera. Separación traumática y tres cuartos de horas muy largos, iba pensando.
Pues nada, armada de valor he llamado a la puerta y, al ver a su Profe, mi hijo... Le ha echado los brazos! Me he despedido pero el muy traidor ni se ha girado. Qué descastado!!
He de confesar que me he ido un poco tristona. Esperaba algo más de efusividad tras la separación. Su hermano me tuvo un curso entero con lloros matinales y escenas al dejarlo y a este no le ha costado acostumbrarse ni veinticuatro horas. Le haré el caso suficiente???
He ido a recogerlo y allí estaba, sentado con otro niño jugando a las construcciones. Cuando me he acercado ha hecho ademán de gatear en la dirección opuesta, menos mal que se ha girado riendo y me ha echado los brazos. Casi salgo corriendo a pedir hora en el psicoanalista.
Me han dicho que ha hecho psicomotricidad, ha jugado a las construcciones y se ha echado dos amigos. Y todo en menos de una hora!
Júzguenme pero me siento un poco mala madre. Tengo un hijo pequeño bastante poco apegado. Y, encima, me hubiese gustado un poco más, no sé, de dramatismo....
A ver si el lunes me echa una lagrimilla. Que yo también tengo sentimientos!!
(PD
Al final nos nos hemos equivocado eligiendo guarde.... )
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