martes, 16 de febrero de 2016

La vuelta

Llevo algo más de un mes trabajando. Seis semanas de carreras matinales, de lloros en la puerta del colegio y de virus de guardería. Casi no me acuerdo de la feliz tranquilidad en la que he vivido los casi catorce meses anteriores.

Cuando me incorporé con mi hijo mayor tras la excedencia me costó un triunfo. Ya he contado que lo pasé muy mal. Los meses más duros de mi vida, sin dormir, con mi niño llorando, sintiéndome culpable y preguntándome por qué no estaba en casita con mi pequeño.

Posiblemente tendría que haber aguantado un poco más, alargar ese permiso y esperar a estar más preparada, a tener ganas (aunque fueran unas pocas) de volver a la rutina.

Esta vez ya lo tenía interiorizado. Sabía que iba a ser duro, ya pasé por lo mismo. Mi hijo mayor ya estaba en el cole unas cuantas horas diarias y el pequeño no comía pero se sociabilizaba bastante. Y yo... Me habían dejado un buen horario, grupos fáciles y, aunque no del todo, me sentía más preparada que hace dos años y medio. La experiencia, supongo.

Aquí estamos. Con El Padre de las Criaturas viajando mucho. Con unas mañanitas que son una auténtica contra reloj. Con mi Peque cogiendo virus como si no hubiera un mañana. Y con mucho sueño.

Y así, a lo tonto, resulta que queda un mes para Semana Santa. Que me voy organizando. Que he acabado los primeros exámenes de la UNED ( por si lo tenía bastantes complicaciones solita) y que mi Chicote se va haciendo a desayunar en el cole y no llora casi ningún día.

Yo tengo ojeras, duermo poco y me da la impresión de que mi vida se reduce a alumnos y mis niños. Pero voy viendo la luz al final del túnel. En un mes será primavera. Ya habremos pasado lo peor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario