miércoles, 20 de abril de 2016

El Quijote

El sábado se celebra el Día del Libro y en mi Instituto, como en miles de centros educativos, hay actividades programadas. Hoy hemos tenido un recital de poesía en homenaje a Lorca y en el Departamento andamos leyendo poemas y cuentos que han escrito los chavales para participar en un certamen literario.

Pero lo que más me está sorprendiendo este año son los festejos en el cole de mi hijo. Hace unas semanas cogió su cuento de El Quijote y lo llevó a clase porque, me dijo, estaban aprendido eso. Como ya hemos leído a Cervantes varias veces ( no soy tan pedante, es un libro infantil que regalaron con un periódico hace unos años y que a Chicote le gusta bastante) no me extrañó que viniera hablando de gigantes, molinos y escuderos.

Sus profes les están hablando de la obra más universal de la Literatura para celebrar el Día del Libro. Esta semana no están echando siesta porque hacen actividades con niños mayores: les ayudan a completar la primera página del libro con palabras que recortan y pegan o colorean a los personajes principales.



Hoy, día lluvioso y gris, hemos pasado buena parte de la tarde jugando a los caballeros. El mayor, Don Quijote, con lanza y escudo. Y montado en su viejo correpasillos-Rocinante. El pequeño, Sancho Panza. Y yo, Dulcinea. Menos mal que El Padre de las Criaturas se ha ido al fútbol porque le tocaba ser molino de viento. Y Chicote no paraba de repetirle que se quedase quieto y moviese los brazos, que le iba a atacar...

Luego, en la bañera, me ha contado que Cervantes escribía con pluma y estuvo en la cárcel. Yo le miraba asombrada.... Es increíble la facilidad para aprender de los niños pequeños. Ha estado un buen rato jugando a escribir El Quijote (es que es muy largo, asegura) con un pincho mío del pelo. La cosa amenazaba con tornarse dramática cuando ha intentado llenar de tinta un tapón. Menos mal que hemos sacado la cena...

Como profe de adolescentes siento una punzadita de envidia ante estas pequeñas  esponjas que lo mismo te recitan los planetas del Sistema Solar que te cuentan que Dulcinea de verdad tenía la nariz torcida. Me cuesta mucho más (a veces infinitamente) que mis alumnos se interesen una centésima parte por algo. Va con la edad, claro, pero es emocionante verlos así de entusiasmados. Y más con algo que a mi también me entusiasma y que le puedo contar.

Cuando, dentro de una década y si las Leyes Educativas no acaban de cargarse la Liteatura, mis hijos estudien a Cervantes, espero ver un mínimo reflejo de la ilusion que tenían hoy peleándose por ver quién montaba en Rocinante y se quedaba con la lanza. Pienso recordárselo....

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