miércoles, 19 de agosto de 2015

La mamitis




Me irrita profundamente que, con una sonrisa condescendiente y paternalista, alguien ladee un poco la cabeza, mirando hacia mi hijo y diga:

- Qué mamitis tiene ese niño....  

Pues claro, señor/a, no va a estar el niño apegado al portero de la finca.... 

Lo normal, lo natural y lo esperable es que un bebé quiera y necesite estar con su madre. A mí me preocuparía lo contrario. Con un recién nacido se establece un vínculo tan fuerte que, según he leído, al principio los bebés no saben que son una persona distinta. Se creen parte de su madre, como lo llevan siendo durante el período uterino, es decir, durante toda su corta existencia. Al nacer te los ponen encima y dependen de ti para todo. Bueno, de ti o de quien sea, pero desde luego no son autosuficientes. Algunos no lo son ni con cuarenta años...

Necesitan que los alimenten, los cambien, los limpien, los muevan. Y sólo pueden llorar para hacértelo saber. No debe ser fácil ser un recién nacido. 

Según crecen empiezan a ser más autónomos, a moverse, a hacerse entender, a reclamar atención, pero, curiosamente, es entonces cuando les entra esa especie de pánico a perder de vista a su madre. Peque tiene ahora ocho meses, es un niño sociable, pero no se va con todo el mundo y, si lo tienen en brazos y me ve, se intenta tirar con todas sus fuerzas hacia donde esté yo. Lo normal a su edad. 

Soy su alimento (sí, la criatura sigue sin comer otra cosa), la persona que le duerme, con la que pasa todos los días, quien le coge en brazos. Me preocuparía que no sintiese ese apego del que a veces se habla como si fuera malo. 

Chicote es otra cosa. Desde luego, yo soy su madre, y nos queremos y nos gusta estar juntos. Pero a veces prefiere estar con su padre, puede pasar una tarde con los tíos o los abuelos o, incluso, subir un momento a casa de algún amigo sin que esté yo con él. Hace un año eso era impensable, pero los niños también se hacen mayores. Sobre todo, se hacen mayores.... 

Así que quiero disfrutar de esa mamitis de mi pequeñín, y que, si alguien vuelve a decírmelo, espero que sea con una sonrisa de envidia, porque ahora tengo a alguien que me quiere incondicionalmente, con un amor tan recíproco y tan limpio que me río yo de Romeo y Julieta. Peor para el que no lo quiera entender. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario