lunes, 2 de marzo de 2015

El insomnio...

Hace dos semanas tuve otra noche mala. Muy mala. Pésima. De esas que creía ya olvidadas. Mi hijo mayor va a cumplir tres años. Desde que nació duerme mal. Le cuesta quedarse dormido y se despierta por las noches. A veces una vez, a veces ninguna y otras, ya van siendo las menos, un par o más. Pero hace dos semanas se despertó a las tres y no hubo forma de dormirle hasta las seis. A cada rato yo me iba poniendo más nerviosa y me iba quedando sin recursos. Y lo peor es que su hermano, que acaba de cumplir tres meses, se despertaría de un momento a otro y eso hacía que yo me enervase más y más.

Es terrible no dormir. Con mi segundo bebé no lo he vivido tan intensamente porque es un bendito que aguanta cinco, seis y siete horas muchas noches desde antes de hacer dos meses.

Pero con mi Chicote lo pasé mal, sobre todo cuando volví a trabajar y sonaba el despertador tras una noche casi en blanco detrás de otra. Por eso hace dos semanas me vencieron los nervios y acabé perdiendo la paciencia, levantándome de la cama a las cinco y media y poniendo una lavadora porque veía que si seguía dando vueltas con el niño al lado iba a volverme loca.

Así que, a la mañana siguiente, cuando con la luz del sol empiezas a ver las cosas más claras y no te parece tan tremendo lo que en la oscuridad era el peor de los escenarios me puse a buscar en Internet. Y encontré un blog que me enganchó. Y un montón de testimonios de madres con retoños que duermen tan mal o peor que el mío. Y recordé cuántas veces pensé cuando nació el mayor en empezar a contar yo mis historias. Y se me ocurrió un título.

Y aquí estoy. Tras una noche no tan mala.

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