jueves, 14 de mayo de 2015

El invierno

De repente ha llegado el verano sahariano al centro de la península. Hace un calor pegajoso, el cielo está gris y los termómetros pasan de los treinta grados. Yo casi no recuerdo primaveras en los últimos años, pasamos del abrigo a la manga corta y mi fondo de armario de entretiempo empieza a apolillarse

Pero esta vez ha sido mucho más raro porque tampoco me he enterado del invierno. Quién me ha robado el mes de abril. Y de marzo, y de febrero. Cuando nació Chicote los primeros meses coincidieron con el verano, que es siempre una estación aparte. El verano queda en el recuerdo porque rompemos la rutina, salimos de casa y hacemos cosas distintas. Me acuerdo muy bien del verano de 2012, con mucho calor desde mediados de mayo, bajando a la piscina a partir de las siete de la tarde y con un bebé desnudito y regordete al que paseábamos por un barrio recién estrenado.

Pero los primeros meses de Peque han coincidido con el invierno.Con tardes en casita, niños con abrigo y muchos días de lluvia. Y ya se han pasado. Vuelve el calor, el verano, las tardes de parque y, dentro de poco, los días de piscina.

Todo el mundo me decía que mayo era una época preciosa para que naciera mi bebé. Días largos, buen tiempo y ropa que se seca enseguida (esto último importantísimo). Pero en julio yo ya estaba deseando que empezase el otoño, ver la lluvia detrás de las ventanas, dormir tapada y poder poner algo de ropa al niño sin que se asfixiase. Así que con el segundo decidí que no nacería en primavera. Y que para el verano tenía que estar más crecidito, para poder bajar a la piscina y llevarlo a la playa sin remordimientos a media mañana. O a mediodía, que con dos niños una no sabe cuando va a poder salir de casa.

Y el invierno se ha pasado en un suspiro. Igual que los primeros meses de mi bebé. Prepárate Verano. Allá vamos.

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