lunes, 4 de mayo de 2015

Los tres

Hoy mi niño mayor cumple tres años. Tres añazos. Qué rápido ha pasado. Cuánto ha crecido. Cómo hemos cambiado.

Hace exactamente tres años se me pasaban muchas cosas por la cabeza. Pensaba que la epidural era uno de los mejores inventos de la Humanidad. Pensaba que no iba a tener fuerzas para empujar cuando tuviera que hacerlo. Pensaba que parir dolía mucho. Pensaba que quizá mi hijo tardaría aún un par de días en salir. Pensaba en beber agua. Pensaba en que si tenía otro niño sería adoptado.

Luego te ponen al bebé encima y todo se para. Yo tuve un subidón de oxitocina que me hizo enamorarme al instante y que todo lo demás pasara a un segundo plano. Incluso le di las gracias a la borde de la ginecóloga que me atendió. Esa que me dijo que no gritara, que los fórceps no me podían estar doliendo.

Las primeras semanas todo era un caos, nunca había estado tan cansada. Poco a poco (bastante poco a poco, o esa era mi impresión) se van cogiendo ritmos, mi bebote me iba conociendo, y yo a él. De repente llegan las papillas, los juegos, el gateo, se pone de pie, balbucea, cumple el primer año y te das cuenta de lo rápido que ha pasado.

El segundo año lo acaba hablando, es ya una persona que corre, juega y tiene sus propias ideas. Y sus amigos. Y sus gustos. Ya no es tu bebé.

Y ahora van tres. Mi Chicote ha cumplido tres añazos, tres añitos. Ha elegido su tarta de las Tortugas Ninja, nos ha pedido un disfraz de Spiderman (pronunciado Espaiderman) y se ha cantado el Cumpleaños Feliz un montón de veces.

Se va haciendo grande, como le gusta decir alzando consecutivamente los deditos de su mano y explicando los años que va a ir cumpliendo. Mi pequeño está creciendo muy deprisa.

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