martes, 26 de mayo de 2015

La inspiración

En el verano de 2011 tuvimos tres bodas. La segunda fue la de una de mis primas, y alojamos a gran parte de la familia entre mis padres, mi hermana y yo. A mi casa vino mi prima mayor, que nació en Inglaterra, con sus dos hijos, que entonces tenían siete y cinco años.

El futuro Padre de las Criaturas y yo habíamos hablado muchas veces de tener niños. Aunque llevábamos unos cuantos años de relación, habíamos pasado la mayor parte de esos años viviendo muy lejos el uno del otro, y sopesábamos pros y contras de disfrutar un poco de nuestra vida juntos o de procrear pronto.

Los cinco días que pasaron mis sobrinos pequeños bastaron para inclinar la balanza. Nunca vi niños tan estupendos, bien educados, tranquilos, cariñosos y unos cuantos adjetivos empalagosos más que se me están ocurriendo. Mi prima los trataba como a mí me gustaría tratar alguna vez a mis hijos, con cariño, paciencia y empatía, y escuchándoles siempre. Los niños comían de todo, se levantaban sin hacer ruido y no se quejaban por nada. Disfrutaron muchísimo de la piscina y del calor moderado que hizo ese mes de julio. Y les cogimos muchísimo cariño.

Diez meses más tarde nació Chicote. He de reconocer que, hasta el momento, hace bastante más ruido que sus primos ingleses y yo tengo menos paciencia que mi prima. No pierdo la esperanza de que se nos pegue a todos algún gen. Y me alegro mucho de haber tomado la decisión correcta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario