martes, 9 de junio de 2015

La música

Yo canto mal. No lo digo por decir, no forma parte de la captatio benevolentiae ni es falsa modestia. Es que canto fatal y punto. Por eso procuro no hacerlo en público. Soy de las que, en fiestas de cumpleaños, mueve los labios sin emitir sonido y nunca se me ocurriría ir a un karaoke motu proprio. La Humanidad no me ha hecho tanto mal como para tener que sufrir mis cantos. Así que, si me apetece desafinar, lo hago en la ducha o conduciendo.

Ahora bien, una tiene hijos y debe dejar de lado la vergüenza. Creo que ya he comentado lo mal que duerme mi hijo mayor, así que empecé con las nanas. Si no se aburre, pensaba yo, lo mismo se hace el dormido para que me calle. Pero nada, el tío me miraba con sus ojazos de búho insomne y yo seguía masacrando "La Chata Merengüela", "Pin Pon es un muñeco" o "Debajo de un botón que encontró Martín" ad infinitum. (Como ven canto mal, pero el latín lo domino, oiga)

Por si esto no fuera poco, a veces me venía arriba y me inventaba yo la letra de las canciones. Obtuve mis mayores éxitos con "Tengo una mami lechera", que era lo único que calmaba a Chicote cuando se ponía a llorar en el coche. Creo que la incipiente sordera del Padre de las Criaturas es realmente en defensa propia. No le culpo.

He leído muchas veces que es muy importante cantar a los bebés, así que no desistí y todas las noches entonaba cuatro o cinco temas (que repetía un par de veces) para que se durmiera mi primogénito. Luego llegaron Los Cantajuegos y nuestra vida cambió. Y no precisamente a bien.

Nos lo recomendaron unos amigos cuando nos disponíamos a hacer el primer viaje largo en coche con un niño de un añito. Fue escuchar a esos seis chavales (no tan chavales ya, a decir verdad) con peto vaquero y Chicote se quedó hipnotizado Tanto que estuvimos unos cuantos meses escuchándolo a todas horas mientras nuestro hijo comenzaba a realizar rudimentarias coreografías y a exigirnos más Cantajuegos cada vez que encendíamos la tele. Yo llegué a tener alguna melodía tatuada en el cerebro, pero los meses fueron pasando y los gustos musicales de nuestro pequeño fueron evolucionando.

Alguna vez, cuando vamos en coche, nos pide "la del gato", pero normalmente se conforma con cualquier melodía cañera que pongan en Rock FM (sí, el niño tiene personalidad para todo) o con que le cantemos a coro Benji-Oliver, que es su canción favorita y que chilla a pleno pulmón con más sentimiento que la Jurado y la Pantoja juntas. O casi


Yo le sigo cantando lo que se me viene a la cabeza, porque a él le encanta, y me pide canciones que me ha oído alguna vez. Ayer le pillé tarareando "Pan de higo" (cortesía de Rock FM) y el domingo construía barcos con piezas de Lego al ritmo de "lo llaman democracia y no lo es", eso cortesía mía, que me dio una tarde por rememorar cánticos de manifestaciones. Y tenéis que verlo atreviéndose en inglés con el "Macho macho man". De lo más ecléctico, mi niño.



Así que, con perdón de la climatología (¿no llevamos ya tres añitos sin sequía en el centro peninsular?) seguiré cantándole a mis niños. Se aceptan sugerencias.

PD
A pesar del tono festivo, hoy es un día triste. Amanecemos con un luchador por la igualdad menos. Descansa, Pedro Zerolo.

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