domingo, 21 de junio de 2015

La playa

Ayer volvimos de pasar seis días de vacaciones en la playa. Aunque comenzaron de modo accidentado, han sido seis días con sus seis noches de desconexión, de descanso, de disfrute, de arena, de mar y de piscina. Seis días en los que los niños han disfrutado, y nosotros de su compañía.

Las siete horas de viaje merecieron la pena. Llegamos cansados, y el tiempo no era todo lo soleado que esperábamos, pero conocíamos el hotel de una vez anterior y sabíamos que íbamos a estar cómodos. Hace un lustro nunca hubiésemos pasado una semana en un hotel con media pensión, mucho menos en un sitio que ya conocemos. Así te cambian la vida los niños.

La primera noche la mitad de los camareros ya saludaban a Chicote por su nombre y le hacían regalos. Él estaba tan contento de haber hecho muchos amigos, y a todos les enseñaba, orgulloso, su camiseta de Hulk.

Así se han ido sucediendo los días: desayuno bufé, que para mí es la antesala del Paraíso; baño en la piscina - spa, que mi hijo es muy friolero para meterse en junio en el agua sin estar bajo techo; comida en alguna terracita tirándole las raspas de pescado a los gatos; siesta profunda y rato de playa.

Los niños han comido arena. A  Peque ha le ha encantado la playa, hundía los pies y las manos en la arena, escupía el chupete y todo eran gritos y espasmos ante su recién descubierto tesoro. Su hermano mayor acababa rebozado, construía barreras para parar las olas, cavaba agujeros a los que saltaba luego, se mojaba los pies en la orilla (más no, que el mar le da un sano respeto, como al pequeño, que tampoco se ha mostrado muy entusiasmado con el agua) y cogía conchas conmigo. Le he visto jugar solo sin aburrirse, imaginar e inventar historias. Ya es un grande.

Hemos dormido los cuatro en una cama, con pies de niños incrustrados entre las costillas y un bebé que ya da volteretas dormido tomando impulso contra su madre. Los pequeños han acabado agotados y hambrientos, se han echado eternas siestas sobre la arena y han acabado la tarde envueltos en la toalla porque tenían frío.



Ayer pasamos otras siete horas de viaje, llegamos a casa, deshicimos maletas y pusimos lavadoras. Ya estamos contando los días para la siguiente escapada.



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