lunes, 26 de octubre de 2015

El teleférico



El treinta y uno de agosto, aprovechando que todavía se podía aparcar gratis en Madrid por las tardes,  que hacía calor y que estábamos de vacaciones decidimos ir al Teleférico con los niños. A Chicote le encantó la idea cuando le enseñé unas fotos y para allá que nos fuimos. Al bajar las escaleras (muy poco práctico para carritos de bebé, prefiero no pensar en quien vaya en silla de ruedas) ya vimos que mucha gente salía en masa quejándose. ¿Será posible? Se acababa de averiar y no había previsión de que lo arreglasen esa tarde.


Tuvimos que conformarnos con los loros del Parque del Oeste, los columpios del Templo de Debod y el mejor atardecer de Madrid. Todo aderezado con un cabreo moderado por parte de mi hijo el mayor.

Ayer domingo, aprovechando que lucía el sol y que el reloj biológico de mis hijos no había acabado de interiorizar el cambio horario, decidimos retomar el plan.

A unas horas casi intempestivas para ser mañana de domingo, aparcamos el coche, no sin esfuerzo. Y es que nos topamos con un mítin electoral de esta sempieterna campaña en la que vivimos. La fiesta de la democracia, que la llaman.

Tras la cola de rigor y las fotos que te hacen (como las del Zoo) nos subimos en nuestra cabina. El viaje merece la pena. Hay unas vistas espectaculares, una vocecita te va explicando lo que ves y los niños se lo pasan en grande. Chicote incluso asegura que vio barcos surcando el Manzanares....

He de reconocer que las alturas me dan un poco de vértigo, pero en ningún momento pasé miedo, a pesar de que se nota que las instalaciones no son nuevas, pero están cuidadas y tienen mucho encanto. Coincidimos sobre todo con familias y niños pequeños, también había alguna pareja y menos turistas de los que esperaba encontrar.


El trayecto acaba en la Casa de Campo, con un mirador (aparte del del restaurante, donde no entramos) desde el que los pequeños alucinaban viendo las montañas rusas del Parque de Atracciones  y yo me puse nostálgica con las vistas de Ciudad Universitaria. Hay unos columpios muy chulos en los que Chicote casi se abre la cabeza ( son para niños un poco mayores, pero mi hijo es rebelde porque el mundo le ha hecho así) así que se puede echar un rato agradable.

Montamos de nuevo en el teleférico (hay opción de billete sólo de ida) un poco más pobres, porque al final cogimos las fotos, que salen más caras que el billete de ida y vuelta. Pero la jodía fotógrafa nos sacó tan guapos....

Comimos en la Plaza de los Cubos, sólo para estar cerca de tantos cines a los que no sabemos cuándo volveremos a entrar. Y para que Peque se cagase vivo, manchándose body y pantalones para recordarme lo incómodo que es cambiar a un bebé en un baño público. Volvimos a casita con los niños tronchados de sueño y tantas emociones.

Así que hala, un plan de domingo muy recomendable para ir con niños. O sin ellos.

http://teleferico.com/



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