domingo, 13 de marzo de 2016

Las comparaciones

Cada niño es distinto. Tiene sus ritmos y avanza de forma diferente a los demás. Incluso los hermanos criados de la misma forma y receptores de los mismos estímulos. Mi Chicote estuvo desdentado hasta los diez meses. Yo estaba preocupada, pensando que mi pobre niño sería el primer bebé del mundo con dentadura postiza. Pero no, los dientecillos acabaron aflorando.

Con año y medio mi primogénito apenas articulaba media docena de palabras. Cuándo hablará? Me preguntaba día y noche. Y a los dos años, seis meses después, ya manteníamos conversaciones.

Mi Peque se ha lanzado a andar ahora, con quince meses. Llevaba muchas semanas levantándose sin apoyo y dando pasitos, pero sólo en casa. Y, de repente, los pasitos se van alargando y el niño camina.

Todos los niños acaban hablando, andando, comiendo y haciendo pis en el váter. Unos antes y otros más tarde, pero con catorce años ninguno come puré ni lleva chupete.

Tengo un vecino de esos que hace de la competición su forma de vida. Desde hace meses cada vez que nos cruzamos, me pregunta insistentemente si mi niño ya camina. Él tiene uno cinco meses menor y debe estar deseando que le adelante.

Cuando esta semana lo vio caminar solito me preguntó - Pero, llevará andando así ya cuatro o cinco meses, no?

Qué va! Lleva así desde que nació!!- Tenía que haberle contestado yo...

Una conocida estaba harta de encontrarse con un abuelo que le preguntaba insistentemente por el peso de su hija. Contestase ella lo que contestase, él siempre decía lo mismo: Uy, tan poquito? Mi nieta es de la misma edad y pesa mucho más!! Se te está quedando muy pequeña!!

Cansada ya, un día en que el orgulloso abuelo le enseñó una foto de su nieta, la madre no pudo morderse la lengua y dijo: - Sí está grande, pero mi niña es mucho más guapa! (Lo cual, por cierto, era verdad)

Las comparaciones son odiosas, dice el refrán. Y, sobre todo, innecesarias. Ese dato que señala el ojo inquisidor seguro que es de sobra conocido por el ya estresado padre, que ve que su hijo se sale de la estadística por algún lado.

Qué tontería tan grande establecer competiciones. Nunca contestaría a una madre que me dice lo chiquitín que está mi niño que es normal, porque yo también estoy mucho más delgada que ella. Y alguna se merece tal contestación, desde luego.

Luego nos extrañamos de que los niños no acepten al diferente. De algún lado aprenderán....


2 comentarios:

  1. Ay que buena reflexión y qué odiosas son las comparaciones. Entre hermanos, vecinos, amigos... y lo peor es cuando esas comparaciones las hacen delante de los niños. Pero oiga! que mi hijo le está escuchando!
    Un abrazo fuerte. Me encanta tu blog, y la entrada en la que hablas de los baños me sacó unas buenas risas... ¡comparativas!

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  2. Pues sí, hay gente absolutamente carente de empatía.... Y, como bien dices, parece que no se dan cuenta de que los niños entienden perfectamente. Incluso mejor que ellos!!
    Muchas gracias por tus palabras! Un beso!

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