domingo, 12 de julio de 2015

La paciencia

En la única clase preparto a la que asistí cuando estaba embarazada de Peque, la matrona preguntó por lo que pensábamos que se necesitaba para cuidar de un bebé. No se refería a lo material, quería que le dijésemos qué cualidades creíamos que íbamos a necesitar en esta nueva etapa. Yo cité la paciencia, pero ella me dijo que no, que eso no era necesario.

Vaya. Entonces algo me falló a mí con Chicote, porque hubiese dado cualquier cosa ( y todavía la daría) por ser un poco más paciente, por no perder nunca los nervios, por respirar hondo y no desesperarme.

Tener paciencia es bueno. Y complicado. Como tener un bebé. Es algo maravilloso pero también es difícil. No hay instrucciones, no funciona como una regla de tres, es imprevisible y se tarda un poco en comprenderlo.

Mis primeras semanas con Chicote fueron duras. Creo que he comentado que el chaval dormía regular tirando a mal y, tras unas cuantas noches en blanco, la desesperación comienza a adueñarse de una. Recuerdo alguna vez, a las tres, las cuatro o las cinco de la mañana, acunando al bebote con lágrimas en los ojos y pidiéndole por favor que se durmiera. Ahora lo rememoro con una sonrisa en los labios, pero en ese momento no tenía maldita la gracia.

Peque ha sido más tranquilo, yo tenía un poco de experiencia y, sobre todo, sabía (sé) que todo pasa muy deprisa y no merece la pena angustiarse. He tenido alguna noche mala, y las que vendrán, pero cuando el sueño me vence y empiezo a desesperarme procuro pensar en lo rápido que se está pasando todo, y en que dentro de poco no me quedará más que el recuerdo.

Peque tiene siete meses. Está hecho un bollito, dan ganas de achucharle y pegarle pellizquitos. Se ríe, quiere jugar todo el rato y empieza a enfadarse cuando no consigue lo que quiere. Le tengo en brazos casi todo el día, y a veces (no pocas) me gustaría poder quitar la mesa con las dos manos, o comer sin un niño interceptándome las cucharadas, o leer un rato. Entonces miro a su hermano, que ya juega solo, que no me deja elegirle la ropa y que le ha dado por llamarme por mi nombre de pila. Entonces me cargo de paciencia. Y me dan ganas de cogerlos a los dos en brazos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario