martes, 17 de noviembre de 2015

La tutoría

Como profesora he tenido cientos de entrevistas con padres de alumnos. No es mi parte preferida del trabajo, pero siempre creo que no son suficientes. Nunca he llegado a conocer a todos los padres de mis tutorandos, y ha habido cursos en los que me las he visto y me las he deseado para poder localizar a alguno. Una pena porque la comunicación entre padres y profesores es primordial en la educación.

Por eso El Padre de las Criaturas y una servidora estábamos entre nerviosos y expectantes ante la primera entrevista con la Profe de Chicote. Yo me veía por primera vez del otro lado, y fui más consciente que nunca del trabajo tan bonito que tengo (al que volveré en mes y medio, y ya veremos si entonces me sigue pareciendo tan bonito)

La Maestra (que es una palabra preciosa y en desuso) nos recibió en el aula donde da clase a nuestro hijos. Nos sentamos en sillitas diminutas, rodeados de cuentos, juguetes y disfraces. Allí nos contó que Chicote se ha adaptado bien, que participa mucho en clase, cuenta cosas, respeta su turno y hace caso a todo lo que le dicen, que tiene muchos amigos y es bastante autónomo. Ella no ha visto ni rastro de rabietas, rebeldía ni desafíos, trío de ases con los que sí nos deleita en casa a diario. Ya lo imaginábamos, pero tranquiliza mucho que te lo cuenten.

Su Maestra nos ha citado a todas las familias este primer trimestre, empleando todos los días, y no sólo el que tenemos estipulado para visitas. Nos habló un poco de la clase, con la que está muy contenta, pero también nos dijo que le faltaban recursos para atender a algún niño con necesidades educativas especiales.

La Maestra es una mujer un poco seca al principio. En la reunión que tuvimos en septiembre, antes de empezar las clases, a mí me gustó más la otra. Cuando acabamos, nos entretuvimos viendo las aulas y entonces ella se paró a charlar con nosotras. Ahí me di cuenta de que mi primera impresión no había sido justa. Me gustó esa mujer y supe que, si trabajásemos juntas, seguramente nos llevaríamos bien.

A la entrada y salida del cole se comentan muchas cosas entre las madres ( y algún padre) que dejamos y recogemos a nuestros churumbeles. He oído que los niños están muy contentos son su Profe. Y también alguna queja. Mucha gente no sabe (y seguramente no tiene  por qué saberlo) que en los coles tiene que haber profes de apoyo para niños con necesidades educativas especiales. Porque si es complicado lidiar con 25 niños, imagínate si hay dos o tres que requieren más atención. Tampoco saben que una maestra de colegio no puede limpiar a los niños cuando van al váter, porque entonces deja a otros veinticuatro solos en clase. Y que es imposible que a diario nos cuenten todo lo que han hecho, como pasaba en la guarde. Seguro que a muchas maestras les gustaría dar una atención más personalizada, pero no pueden hacer nada más.

Las maestras no eligen sus grupos, ni el número de niños que van a tener. Hay unos ratios que van en aumento curso tras curso, igual que cada vez hay menos profesores y, por tanto, menos apoyo y una atención mucho menos individualizada. Que haya niños de dos años en el colegio (porque, si han nacido a final de año, alguno entra con dos añitos) que deben comer solos, ir solos al baño y poder contar a sus padres qué han hecho a diario siete horas no es, seguramente, lo más deseable.

Por eso, que nuestra maestra se quede todos los días a mediodía recibiéndonos, a los padres primerizos que miramos asustados a nuestros retoños entrar en clase a diario, tranquilizándonos y contåndonos lo que hacen es un detalle. Gracias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario