sábado, 21 de noviembre de 2015

La guarde

Me queda mes y medio. Como una condena. Dentro de mes y medio vuelvo al tajo, y mi Peque de mis amores, mi bebé, mi niño pequeño, empezará la guarde. Me separaré de él seis o siete horas al día y tendrá que comer, dormir y jugar lejos de mí. De su mamá. Me empieza a doler la tripa de pensarlo.

Hace unos meses pagué la matrícula y pedí las ayudas que da la Comunidad de Madrid a los padres que llevan a sus hijos a escuelas infantiles privadas ( que es un tema que merece una entrada aparte, por cierto) en la misma guarde a la que fue mi Chicote. Como, además, está enfrente del cole, puedo dejar a mi hijo mayor los dos días que entro antes y le llevan al colegio. Así, pensaba yo, irán  juntitos y seguro que les cuesta menos.

La guarde no es nuestra preferida, pero en la pública no nos dieron plaza y el último año me dio pereza cambiar a mi hijo mayor, que ya había hecho amigos y estaba contento.

Pero algo ha cambiado. Nuestro barrio es un barrio joven, lleno de parejas con niños pequeños, de gente que pasea luciendo carrito, mochila ergonómica, triciclos, embarazo o un par de estas cosas. Y, claro, en algún lugar tienen que estar estos niños mientras sus padres trabajan. Y me he enterado de que en la clase a la que irá mi bebito hay diecinueve criaturas. El mío hace veinte. Legalmente el máximo son catorce, pero tienen dos maestras, e imagino que ahí estará la trampa. El espacio es el mismo, todos los niños y las dos maestras en una sala que no llega, según mis cálculos, a los dos metros cuadrados por niño que exige la ley. Pero ni de coña.

Y así estoy. Hecha un lío. O una mierda, según se mire. No estoy tranquila, y sé que no lo voy a estar cuando deje a Peque. Me he dado de bruces con la realidad, al final las escuelas infantiles privadas son negocios. Y en los negocios prima lo económico, claro. Sí, parece que me cuesta un poco enterarme, porque hace dos años y medio también era un negocio. Pero ahora estoy más resabiada.

El lunes voy a preguntar en las públicas, no vaya a ser que los astros se hayan alineado y quede un hueco para mi niño. E iré a hablar con la directora de la guarde del mayor, y a preguntarle claramente que dónde meten los niños.

Y, desde luego, desde aquí me quejo y exijo, ahora que estamos en precampaña electoral (alguna vez no lo estamos?) que se pare ya de privatizar la educacón infantil. Que se deje de dar subvenciones a escuelas privadas y se invierta en escuelas públicas, en las que, además de tener unas instalaciones infinitamente mejores, sabemos que no van a mercadear con nuestros pequeños.

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